"...En mí la ciencia enmudece, en mí concluye la duda. Y árida, clara, desnuda, enseño yo la verdad; Y de la vida y la muerte, al sabio muestro el arcano. Cuando al fin abre mi mano la puerta a la eternidad."


"...Deja que inquieten al hombre, que loco al mundo se lanza; Mentiras de la esperanza, recuerdos del bien que huyó; Mentiras son sus amores, mentiras son sus victorias. Y mentiras son sus glorias, y mentira su ilusión."

Espronceda, Canción de la muerte.
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19 may 2012

¡MAMÁAAAAAAAAAAA, UN BICHOOOOOOO!

Dear princess C:

Estaba ayer tu estudiante duchándose y lavándose el pelo sobre la una de la madrugada porque me quedé hablando un buen rato con el tío ese que se dibuja VS todo el mundo, cuando una araña cayó de mi toalla y me asusté. Esa experiencia me ha impulsado a escribirte esta carta.

Que conste C que no soy aracnofóbica, bueno, los insectos en general no me dan miedo (de pequeña sí, ver uno ya me daba pánico, y yo no sé por qué. Después Googleo el por qué a las mujeres nos suelen dar asco los insectos). Pero es que tú tienes que ver las pedazo de arañas que hay en mi casa, de estas que una pata les mide 4cm estirada. Es pensar que un bicho así se me puede subir por el cuerpo y... ¡¡wejfbkegfbkwegjiklasfbu!! La expresión "quita bicho" nació para describir ese momento.
Además el año pasado descubrí que soy alérgica a las picaduras de araña. No me causan la muerte, pero sí una hinchazón enorme con mucho picor, a veces dolor y cardenal gratis por su compra. Me picó una en el gemelo y otra en el vientre, y yo no sabía de qué era por entonces. "Mamáaaaaaa, mira el tumor tan raro que me ha salido" decía yo (sí, soy exagerada hablando a veces, y llamo tumor a cualquier bulto). La del vientre me dejó cicatriz.

Mi reacción cuando me asusto (y tengo algo entre las manos) es tirar cosas al suelo con fuerza. Siempre. Hay gente que reacciona sacando puños, gritando... yo no, yo tiro cosas al suelo.
Una vez vi una foto de un pez que me asustó en un libro de biología. Lo tiré al suelo.
De pequeña, me subí a una silla para agarrar una hucha de una estantería. Me tambaleé, me asusté porque pensé que me iba a caer y tiré la hucha al suelo.
Una vez mi madre compró castañas asadas. Salió un gusano vivo de la primera que cogí. Tiré la bolsa al suelo. Mi madre me echó la bronca.
También tiré una manzana al suelo por un gusano.
En el recreo, me encontré una mancha que parecía sangre (no lo era) en mi chaqueta y la tiré al suelo.

Y bueno, mi lista de cosas que tiré al suelo es larga, la dejaremos para otro día, que me enrollo. Sigamos, C.

Ayer al ver la araña, mi primer impulso fue tirar el bote de champú al suelo con tanta puntería que la aplasté. Mi segundo impulso habría sido gritar "MAMÁAAAAAAAAAAAA UN BICHOOOOOOOOOOO", pero como ella ya estaba dormida no lo hice.
Por cierto C, a mi no me gusta matar insectos. De hecho, cuando vemos cucarachas y otros bichos grandes, le pido a mi madre que los saque de casa pero que no los mate, que pienso en papá bicho y mamá bicho que se habrán esforzado en criar a su larva protegiéndola de los enormes pies de animales y humanos, y otros peligros del mundo urbano, y se me rompe el corasssssón. Sí, ya sé que mi empatía roza a veces la estupidez, pero me dan pena, y yo por ser grande y saber hablar no me creo con derecho a  cosificar y arrebatarle la vida a un animal así de fácil.

Y en honor a la señora araña (RIP, sniff sniff), he decidido contarte algunas de mis anécdotas de bichos.

-A mi hermana Gafotas le dan un pánico horroroso los bichos. Un día de verano, estando yo en el dormitorio, me di cuenta de que junto a la pata de su cama había un grillo enorme, y le pedí a mi madre que lo sacara. Decidí no decirle a Gafotas nada porque es capaz de no dormir en toda la noche, obsesionada con que puede aparecer otro grillo en cualquier momento. Pero al verla no me pude resistir y le dije "¡Gafotas, no veas qué pedazo de grillo había junto a tu cama!". Ella palideció y me gritó "¡ERESTONTAPARAQUÉMECUENTASESASCOSASQUÉASCOLOHABÉISMATADONOPORQUÉDEJÁISQUEENTRENESOSBICHOSMAMÁAAAAAAAAAAMATALO!". Aquella noche Gafotas durmió fatal, y yo gané tres minutos de ataque de risa.

-Un día, en el patio de la casa de mi abuela, mis primas y yo encontramos a una lombriz a la que se le estaban saliendo las tripas. Era repugnante, era una masa blanca y viscosa, y veíamos cómo la lombriz se retorcía de dolor. Acabamos todas vomitando.

-Tu estudiante de pequeña tenía en ese mismo patio a su ejército personal de hormigas. Había un hormiguero muy curioso, en el cual yo permanecía horas y horas sentada observándolo. Un día me fijé en que fueron las hormigas de mi querido hormiguero las que destriparon a la lombriz, porque estaban haciendo lo mismo con otra. Vomité del asco que me produjo y abandoné mi reino.

-De pequeña (de nuevo) vi a una abeja escalando por mi rebeca y la tiré al suelo, pisoteándola fuertemente y saltando sobre ella. Al recogerla y buscar el cadáver, no había absolutamente nada.

-Otra vez siendo miniestudiante, estaba yo en mi caseta de la feria con mis padres. Aquel día hubo una plaga de polillas, y había un montón revoloteando por el techo. A mi me parecían bonitas, y pensaba "ojalá venga una y se me pose". Se me posó una, me asusté y empecé a dar saltos y brincos para espantarla y que se fuera. Aquel día tres personas le dijeron a mi madre "¡mira tu hija, qué bien baila!".

-El día que mi madre acompañó a mi hermana a llevar sus cosas a Mánchester por su Erasmus me dejaron a mi sola en casa. Un día, vi a una cucaracha dentro de la jaula de Millo el superviviente. Yo no sabía qué hacer, "¡qué asco, seguro que está infectada y si se le ocurre roerla se me muere!", "¡no puedo echar insecticida!", "¡me da asco sacarla!", ¡qué hago!". No me hizo falta hacer nada, porque la pobre pelusa con patas se asustó, pegó un brinco y aplastó al bicho con su culo peludo. Aquel día me armé de valor para sacar el cadáver de la jaula y tirarlo, y acto seguido desinfecté a fondo el culo del Matacucarachas.

-Otra cucaracha apareció en el lavabo del cuarto de baño cuando mi hermana regresaba del cine y se disponía a lavarse las manos. ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!, gritó.

-Un día, cuando era miniestudiante (oooootra vez) le puse a mi hermana una mariposa de pega en su toalla para gastarle una broma. Al escuchar su escandaloso grito seguidos por "¡¡MAMÁAAAAAAAAAAAAA, MAMÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!" me dió tal ataque de risa que me causaron unas agujetas terribles en el vientre y en la mandíbula. Mereció la pena.

-Un día, una plaga de mosquitos invadieron todas las habitaciones de nuestra casa. Liquidamos a los que pudimos del dormitorio. No sé cómo lo hicimos, porque era casi imposible: había mosquitos por todo el techo, por todas nuestras cosas y encima de nuestras camas. Al día siguiente, todos los mosquitos habían muerto. Nos pasamos varias horas limpiando cadáveres.

-Un día se coló un bicho extraño que volaba en nuestro salón (¿una cucaracha? No estoy segura de qué era). Gafotas pegó un grito y salió escopetada de la habitación, y yo detrás de ella muriéndome de risa (¡es que es irresistible, cuando Gafotas se asusta es de lo más cómico!). Tuvimos una discusión de media hora de "¡mátala tú!" "¡no jajajaja mátala jajajaja tú!". El bicho desapareció solo, apareció días más tarde detrás del sofá y mi madre lo echó.

-Un día me compré un llavero chulíiisimo de un cristal con un escorpión en su interior. A mi me encantaba, lo llevaba a todas partes conmigo. Un día en clase, buscando el móvil, saqué cosas de mi bolsillo y las puse sobre la mesa (entre esas cosas estaba mi llavero, claro). Una compañera lo vió de reojo, se asustó y gritó "¡¡AY QUÉ ASCO, UN BICHO, UN BICHOOOOOOO!!" y lanzó mi llavero en un arrebato contra la pared. Las chicas de la clase comenzaron a escandalizarse y a buscar desesperadas debajo de sus mesas y sillas a ver si había algún insecto. Los chicos también buscaban, pero ellos se partían de risa. Mi llavero está bien. No volví a sacarlo porque mi profesor me amenazó con echarme de clase si volvía a causar otro caos. Al día siguiente me volvieron a salir agujetas de lo mucho que me había reido.


-Estando Gafotas de Erasmus, estaba yo bañándome y apareció oootra condenada araña de mi toalla (de mi toalla ha caido de todo: mosquitos, chinches, abejas, mariquitas, arañas...). Imagínate, tu estudiante tiró la suelo la toalla, salió escopetada de la ducha en cueros (esto mejor no te lo imagines, C, y si lo haces visualiza carteles de censura en las zonas clave) gritando "¡¡MAMÁAAAAAAAAAAAAAAAA, UN BICHOOOOOO!!". Mi madre salió inmediatamente del salón y me dijo:
-¡Niña, cállate, coño, que está aquí el abogado! ¿¡Y a dónde vas desnuda!?



Your insecticida student.