"...En mí la ciencia enmudece, en mí concluye la duda. Y árida, clara, desnuda, enseño yo la verdad; Y de la vida y la muerte, al sabio muestro el arcano. Cuando al fin abre mi mano la puerta a la eternidad."


"...Deja que inquieten al hombre, que loco al mundo se lanza; Mentiras de la esperanza, recuerdos del bien que huyó; Mentiras son sus amores, mentiras son sus victorias. Y mentiras son sus glorias, y mentira su ilusión."

Espronceda, Canción de la muerte.
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17 may 2012

Me compadezco de los huesos

Dear princess C:

Tú bien sabes que el peor de mis defectos es el rencor, C. Yo no creo que el rencor sea taaaaaaan malo como dicen los plebeyos, a mi me gusta llamarlo "aprender de la experiencia y no volver a acercarte a tal persona o tal lugar o tal cosa" (de una experiencia mala, claro), pero bueno, tú sabes, que a la gente eso del rencor no es que les guste demasiado. A mi es fácil enfadarme un poquillo, de estos enfados tontos en plan "hoyga que me pican los mosquitos y son molestos" sin importancia, pero cuando me buscan... ¡ay del que me busque! El club de la venganza ataca al infeliz.

Pero ya sabes que mis venganzas son muy tontas: Alguna bromilla por aquí, alguna broma de peor gusto por allá... una indirecta en twitter, dejar el número de teléfono de la víctima escrito en todos los servicios públicos que encuentre  un trolleo, enviar a mi ejército de esclavos a que ataquen  ponerle motes estúpidos a la persona que me cae mal... Qué te voy a contar C, si tú ya sabes que yo soy muy niña chica para estas cosas, y que cuando me cabreo no pienso y me dejo llevar por mi lado más cani  neandertal cabrona.

Pero para que veas que todavía hay esperanza conmigo y que soy una tía legal y buena gente, te voy a contar una historia que te va a gustar C, pero es larga, así que aguanta un poco.

Imagínate a tu fiel estudiante con 13 años de edad, en segundo de la ESO. Te puedo asegurar C, que si he estado en algún curso donde la ley de la selva predominaba, ha sido en segundo. ¡Imagínate! Plebeyos y plebeyas chorreando hormonas metiéndole mano a todo lo que podían, bromas de mal gusto, bajadas de pantalones a traición a los compañeros, respeto cero, pelos púbicos por ahí tirados, saliva, mocos, destrucción de mesas y sillas... Yo creo que ya nos faltaba decir "ugga ugga" y ya rematábamos.
A mi también me metían mano, ¡me cogían el culo esos bestias, C! Pero, ¿qué iba a hacer tu estudiante, que por aquel entonces era una chica tímida, miedosa, insegura y de nula fuerza física? Si tú me hubieras visto con 13 años... bueno, espera, sí que me viste. ¿Te acuerdas? Que hablaba siempre bajito y me sonrojaba y tartamudeaba cada vez que trataba de alzar la voz. ¡Aaiiiiiish que me comía a mí misma a besos! Aunque era fea, ¿eh? Más fea que pifio.

En esa clase había una chica a la que llamaremos Huesitos. Huesitos era guapísima, tenía unos ojos grandes, verdes oscuros y preciosos, con unas pestañas más largas que la madre que la dió de luz. Su nariz y su boca también eran bonitas (un pelín pecosa de cara). Eso sí, carecía de curvas completamente (era muy delgada) y no solía cuidarse el pelo ni la ropa, pero aun así era guapísima. Era como las animadoras populares insoportables de las series de instis americanos.

Eso sí, C, el atractivo de Huesitos se iba al traste con solo abrir la boca. Era una tía que iba por ahí gritando a las demás chicas "¡qué gorda estás!", "¡dios, qué fea eres!", "¡lávate!", "¡estás empanada!". Por supuesto, yo como pringailla que era también recibía cierta dosis de sus piropos. Faltaría más, hombre, que yo no recibiera parte de su amor era un crimen, ¡yo! ¡la chica más introvertida de la clase! No no no, a mi que me integren con las demás chicas inferiores a Huesitos. Las chicas que no recibían sus insultos era porque le hacían la pelota, y yo ejjjjjj que no podía rebajarme a ese nivel.

Pues fíjate C que un día hizo llorar a una chiquilla con sus comentarios venenosos. Y me cabreó, ¡sí sí, C, me cabreó, pero de verdad! Y cuando me cabreo, el club de la venganza mueve sus hilos para que el mundo entero se ponga a favor de que me vengue, porque es que Huesitos ya nos había tocado demasiadas veces el órgano sexual, y una pues poco a poco va subiendo su nivel de rabia acumulada, hasta que evoluciona a Charizard.

Y me dije: "¡Alguien tiene que acabar con esta injusticia!"

Y cogí un frasquito de bombita fétida de mi casa. Mi estrategia era esperar a la hora del recreo a que la clase se vaciara, que la gente solía dejar sus mochilas en el aula listas para ser saqueadas, y confiaba en que Huesitos hiciera lo mismo. ¡Y lo hizo! No había ni un alma y allí estaba la mochila de Huesitos. Metí la bombita en su mochila, le metí una patada para reventarla y.. ¡a correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer! (Ya te dije que soy muy niña chica con estas cosas, C)

Y C, el club de la venganza lo hace de vicio. Fíjate qué casualidades de la vida, que Huesitos volvió a por su mochila, no se percató del olor, se la colgó de la espalda y se quedó impregnado el líquido apestoso en su espalda. Y claro...

Oseatía1: Joe tía, ¿a qué huele? Es como, o sea, huevos podridos, ¿no?
Huesitos: Joder zorra, te has tirado un cuesco.
Oseatía2: Que no, tía, que huele cerca de ti.
Oseatía1: ¡Eres tú Huesitos!
Tíorandom: ¡Hostia coño lo que habrá echado ese culo!
Tíorandom2: ¡Lávate guarra!

JAJEJAJUAJAUAJEUAJAJAUEJAUJEJAJAJAUEJAJAUAUJA sí, C, ya sé lo que estás pensando. No, no hace falta que me eches la bronca, déjame que te cuente el resto.

Huesitos faltó una semana al insti. Por lo visto había estado ingresada. Un día regresó a clase y volvió a ser tan popular y tan o sea tía como siempre (con lo cual mi venganza no había servido para nada).

Y ese mismo día, en clase de tecnología, Huesitos se medio-desmayó.
Estaba pálida, tirada en el suelo luchando por permanecer consciente. La gente acudía a socorrerla, bueno, "socorrerla". Mi clase debe pensar que las palabras "TÍA JO LEVÁNTATE" deben ser mágicas o algo, porque decirle eso solamente no es que fuera a ayudar mucho.

Entonces una compañera se me acercó y me dijo:

Tía: Estudiante fiel, tía... tú siempre llevas caramelos y eso contigo. Igual tiene un bajón de azúcar, ¿te importaría darle uno a Huesitos?

No te voy a engañar, C. Mi Ello me decía "TOMAAAA HUESITOS, TE LO MERECES JAJAUJAUAJAJAJAUUAJAUSAUIFHU". Pero yo, además de tímida e insegura, era mongoloide, o buenaza, como prefieras llamarlo. Total, que accedí a ayudar a esa tía tan desagradable, y de paso a intentar hablar, que me trababa y sonrojaba con cualquier cosa que decía.

Yo: Huesitos... (Esto acompañado de leves segundos de tartamudeo, ¿eh?)
Huesitos: ...
Yo: ¿Quieres... un poco de mi bocadillo? Es de nomeacuerdodequeera, no sé si te gusta...
Huesitos: ...
Oseatía1: Venga coño puta, cómetelo a ver si te pones mejor.

Y Huesitos al final tomó la mitad y se lo comió.
Volvió a faltar una semana entera a clase. La ingresaron en el hospital, ¿saber por qué, C?
Anorexia.
¿Y tú sabes la sensación esa de que te atraviesan con una espada recién salida de la forja que ni bañarte con lava? Yo no, porque nunca me lo han hecho, pero lo que sentí al enterarme de la noticia. "Joeee joeee joeeee que la tía que siempre se mete con el físico de todo el mundo es la que más complejo tiene con el suyo, y eso la está matando de hambre ewkhuifoweighiowe qué he hecho joe joeeee y yo metiéndole bombitas en la mochila kwefhuiuwgwe soy lo peor".
(Huesos, si me estás leyendo: Yo no he sido. Es solo por ver si cuela, que creo que no).

Yo es que soy así de lenta, C. Que no me doy cuenta de cuando soy mala malosa hasta que llega la hora de la verdad. Aunque Huesitos se pasó mi venganza por el forro, pero bueno, yo me sentía culpable, y ya está, no hay más que hablar.




Al acabar el curso no volví a verla. Tres años después, en la puerta del insti, me encontré a Huesitos. Se había teñido de morena (antes era castaña), y estaba igual de delgada, pero ahora se arreglaba. Se la veía más, no sé, más coqueta, más contenta con su físico. Ella me vió, se me acercó y dijo:

Huesitos: Estudiante....
Yo: Hola Huesitos.
Huesitos: ¿Sabes si ha salido ya Minovioretard?
Yo: Creo que Minovio sigue dentro con unos amigos, luego sale.

Me hizo una señal con la cabeza haciéndome entender que lo había entendido, C. ¿Y sabes qué hizo después?
Me sonrió, y dijo "gracias".

Your vengeful
 student.




PD: Hoy día Huesitos sigue tratando mal a la gente. Pero a mi no. Yeeeeeeeeeeeeey. Pero porque no la veo, claro.